"¿Sobremesa o portátil?". Así se titulaba un reportaje fechado el 15 de septiembre de 1996. Entonces la cuestión que se planteaba era si merecía la pena optar por la compra de un portátil, un aparato incipiente y atractivo, en lugar del ordenador de sobremesa.
La conclusión apuntaba que dependía de las necesidades del usuario, pero indicaba que un portátil salía mucho más caro.
Catorce años después las tornas han cambiado y la cuestión se invierte, entre otras cosas, porque se pueden encontrar portátiles decentes por 400 euros. No obstante, merece la pena considerar la opción de sobremesa por varios factores:
La comodidad y la ergonomía: la posición del cuerpo cuando se escribe en un sobremesa, donde el teclado y el monitor están separados de la torre -el ordenador en sí- por la distancia correcta, es la más sana.
En un portátil, se fuerza el cuerpo al concentrar la acción en una zona concreta. Además, el teclado es más grande en un sobremesa, lo que evita lesiones de muñeca, y el monitor más amplio, por lo que cansa menos la vista. En ergonomía, el sobremesa es más efectivo.
Las averías: si un portátil se avería, aunque sea una avería nimia, hay que esperar hasta que esté arreglado para poder volver a usarlo.
Si ocurre lo mismo con el ordenador de sobremesa, se puede discriminar qué parte se ha averiado -monitor, teclado, ratón, CPU, disco duro, lector de DVD, etc.- y llevarla a reparar o sustituirla, sin que el usuario esté varios días sin su herramienta de trabajo, si es el caso.
Por contra, si no se detecta la parte concreta que se ha estropeado, se deberá cargar más peso hasta la tienda de reparaciones o, incluso, pedir al operario que se desplace, lo que saldrá más caro.
La experiencia de usuario en el ocio: algunos portátiles están preparados para soportar videojuegos, con suficiente potencia para cualquier imagen gráfica compleja, pero su precio es bastante alto y su consumo energético, desmesurado.
Un sobremesa satisfará mucho más las aspiraciones y la experiencia de usuario del jugador, gracias a una mejor pantalla, mayor control del teclado, más espacio para los mandos, etc.
La durabilidad: el portátil se transporta, en general, de un lado a otro, puesto que éste es su principal valor diferencial.
No obstante, ello también implica posibles accidentes y caídas o que sus componentes móviles sufran fuerzas centrífugas y torsiones debido a los movimientos bruscos.
Discos duros y placas base son sus partes más frágiles. Las estadísticas confirman una mayor durabilidad de los ordenadores de sobremesa.
La plasticidad: derivada del apartado anterior, surge la duda acerca de que un sobremesa dure mucho en un mundo tan cambiante como el de la tecnología.
¿Se quedará pronto anticuado? Sí y no, porque las torres son mucho más plásticas y sus elementos son más fáciles de sustituir al desencajar los componentes de las ranuras traseras y sustituirlos por otros actuales.
Del mismo modo, se puede aumentar la memoria del ordenador si se añade un disco duro adicional, o introducir una tarjeta gráfica mejor o un ventilador más potente que mejore la ventilación y reduzca el ruido, etc.
Por supuesto, se puede cambiar el monitor o el teclado cuando el usuario lo desee. En el portátil, esto es imposible.
La eficiencia energética: al ser aparatos grandes, los sobremesa tienen más espacio interno para que las piezas estén separadas y la ventilación sea mejor, lo cual favorece la vida útil de la placa base, que calienta los ordenadores sobremanera.
Cabe un ventilador potente y silencioso que mantenga el aparato en unos mínimos de temperatura y, por tanto, en un funcionamiento óptimo. De esto se deriva que la máquina trabaje menos para conseguir un determinado proceso y consuma también menos.
Hay que reconocer, sin embargo, que los portátiles han conseguido desarrollar sistemas de refrigeración muy eficientes, pero son todavía más ruidosos y consumen más. Además, su sobrecalentamiento afecta a la duración de la batería, lo que les resta autonomía.
La relación prestaciones/precio: hay portátiles de todos los precios y calidades, pero un buen portátil todavía es caro y las prestaciones que se conseguirían por el mismo dinero en un sobremesa no son las mismas.
Por 3.000 euros se puede adquirir un portátil potente fabricado por Toshiba, Sony o Apple, pero también una máquina de sobremesa de la marca Dell o Allienware -especializada en videojuegos-, que les doble en prestaciones y potencia, con diseños personalizados.
Ahora bien, hay una serie de desventajas en los sobremesa que no se deben olvidar y que juegan en favor del portátil:
La movilidad: el portátil se puede llevar a cualquier sitio, mientras que el sobremesa rara vez se mueve. Esto es un gran inconveniente hoy en día, cuando la portabilidad es una de las principales bazas de la tecnología.
El espacio necesario: el sobremesa necesita un lugar determinado, ocupa y define un espacio en la casa. Esto es un inconveniente cada día mayor en las actuales viviendas, que tienden a reducir metros cuadrados.
Los conocimientos: el recambio de piezas en un sobremesa requiere, en ocasiones, conocimientos avanzados que no están al alcance de todos los usuarios.
El recambio o actualización de algunas piezas puede suponer estudiar posibles incompatibilidades en la arquitectura de procesado o en las tarjetas gráficas, etc.
El precio: algunos portátiles son muy económicos y de primera mano, pero es difícil encontrar sobremesas en las mismas condiciones. Se parte de un precio base más alto.
Fuente: Consumer
La conclusión apuntaba que dependía de las necesidades del usuario, pero indicaba que un portátil salía mucho más caro.
Catorce años después las tornas han cambiado y la cuestión se invierte, entre otras cosas, porque se pueden encontrar portátiles decentes por 400 euros. No obstante, merece la pena considerar la opción de sobremesa por varios factores:
La comodidad y la ergonomía: la posición del cuerpo cuando se escribe en un sobremesa, donde el teclado y el monitor están separados de la torre -el ordenador en sí- por la distancia correcta, es la más sana.
En un portátil, se fuerza el cuerpo al concentrar la acción en una zona concreta. Además, el teclado es más grande en un sobremesa, lo que evita lesiones de muñeca, y el monitor más amplio, por lo que cansa menos la vista. En ergonomía, el sobremesa es más efectivo.
Las averías: si un portátil se avería, aunque sea una avería nimia, hay que esperar hasta que esté arreglado para poder volver a usarlo.
Si ocurre lo mismo con el ordenador de sobremesa, se puede discriminar qué parte se ha averiado -monitor, teclado, ratón, CPU, disco duro, lector de DVD, etc.- y llevarla a reparar o sustituirla, sin que el usuario esté varios días sin su herramienta de trabajo, si es el caso.
Por contra, si no se detecta la parte concreta que se ha estropeado, se deberá cargar más peso hasta la tienda de reparaciones o, incluso, pedir al operario que se desplace, lo que saldrá más caro.
La experiencia de usuario en el ocio: algunos portátiles están preparados para soportar videojuegos, con suficiente potencia para cualquier imagen gráfica compleja, pero su precio es bastante alto y su consumo energético, desmesurado.
Un sobremesa satisfará mucho más las aspiraciones y la experiencia de usuario del jugador, gracias a una mejor pantalla, mayor control del teclado, más espacio para los mandos, etc.
La durabilidad: el portátil se transporta, en general, de un lado a otro, puesto que éste es su principal valor diferencial.
No obstante, ello también implica posibles accidentes y caídas o que sus componentes móviles sufran fuerzas centrífugas y torsiones debido a los movimientos bruscos.
Discos duros y placas base son sus partes más frágiles. Las estadísticas confirman una mayor durabilidad de los ordenadores de sobremesa.
La plasticidad: derivada del apartado anterior, surge la duda acerca de que un sobremesa dure mucho en un mundo tan cambiante como el de la tecnología.
¿Se quedará pronto anticuado? Sí y no, porque las torres son mucho más plásticas y sus elementos son más fáciles de sustituir al desencajar los componentes de las ranuras traseras y sustituirlos por otros actuales.
Del mismo modo, se puede aumentar la memoria del ordenador si se añade un disco duro adicional, o introducir una tarjeta gráfica mejor o un ventilador más potente que mejore la ventilación y reduzca el ruido, etc.
Por supuesto, se puede cambiar el monitor o el teclado cuando el usuario lo desee. En el portátil, esto es imposible.
La eficiencia energética: al ser aparatos grandes, los sobremesa tienen más espacio interno para que las piezas estén separadas y la ventilación sea mejor, lo cual favorece la vida útil de la placa base, que calienta los ordenadores sobremanera.
Cabe un ventilador potente y silencioso que mantenga el aparato en unos mínimos de temperatura y, por tanto, en un funcionamiento óptimo. De esto se deriva que la máquina trabaje menos para conseguir un determinado proceso y consuma también menos.
Hay que reconocer, sin embargo, que los portátiles han conseguido desarrollar sistemas de refrigeración muy eficientes, pero son todavía más ruidosos y consumen más. Además, su sobrecalentamiento afecta a la duración de la batería, lo que les resta autonomía.
La relación prestaciones/precio: hay portátiles de todos los precios y calidades, pero un buen portátil todavía es caro y las prestaciones que se conseguirían por el mismo dinero en un sobremesa no son las mismas.
Por 3.000 euros se puede adquirir un portátil potente fabricado por Toshiba, Sony o Apple, pero también una máquina de sobremesa de la marca Dell o Allienware -especializada en videojuegos-, que les doble en prestaciones y potencia, con diseños personalizados.
Ahora bien, hay una serie de desventajas en los sobremesa que no se deben olvidar y que juegan en favor del portátil:
La movilidad: el portátil se puede llevar a cualquier sitio, mientras que el sobremesa rara vez se mueve. Esto es un gran inconveniente hoy en día, cuando la portabilidad es una de las principales bazas de la tecnología.
El espacio necesario: el sobremesa necesita un lugar determinado, ocupa y define un espacio en la casa. Esto es un inconveniente cada día mayor en las actuales viviendas, que tienden a reducir metros cuadrados.
Los conocimientos: el recambio de piezas en un sobremesa requiere, en ocasiones, conocimientos avanzados que no están al alcance de todos los usuarios.
El recambio o actualización de algunas piezas puede suponer estudiar posibles incompatibilidades en la arquitectura de procesado o en las tarjetas gráficas, etc.
El precio: algunos portátiles son muy económicos y de primera mano, pero es difícil encontrar sobremesas en las mismas condiciones. Se parte de un precio base más alto.
Fuente: Consumer
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